En el consultorio del pediatra

Una de las tareas que involucra la maternidad, y para la que no estaba preparada, es la espera en el consultorio del pediatra. Imaginen la escena. Montones de chicos aburridos, algunos enfermos, otros inquietos, acompañados por sus madres y padres y/o abuelas, sentados frente a frente en un pasillo nunca demasiado ancho. Todos están aburridos de esperar y en busca de algo que los entretenga. Y ahí entro yo, con una bebé en brazos de unos pocos días o meses y me siento a esperar que me llamen, rogando por ser la próxima en la lista, para evitar alguna de estas situaciones.

Situación 1: Interrogatorio
Una o varias madres, para pasar el rato y no aburrirse tanto dirigen un interrogatorio disfrazado de diálogo amable: ¿es una nena?, ¿cómo se llama?, ¿cuánto pesa?, ¿duerme de noche?, ¿usa chupete?, ¿toma teta?, ¿es buena?
También se puede presentar en la forma de preguntas disfrazadas de pedidos de auxilio, algo así como: ¿cómo hiciste que te agarre el chupete?, ¿cómo te duerme tanto de noche?, ¿cómo haces para que sea tan tranquila?
Frente a esta situación lo único que me sale son monosílabos, para no perder las buenas maneras que me enseñó mi mamá, mientras ruego porque me llamen, antes de la próxima pregunta, mientras mi sonrisa va desapareciendo y mi tono de voz se vuelve cada vez más cortante.

Situación 2: Deseos de lucir los logros de los hijos
Empieza como la situación 1, pero se intercalan comentarios sobre los hijos de la interrogadora, que nadie pidió y a nadie le interesan, armando un diálogo que tiene más o menos esta forma:
- ¿Duerme de noche?
- Sí
- La mía dormía 10 horas desde el principio. ¿Y te agarró el chupete?
- Sólo cuando tiene mucho sueño.
- La mía nunca usó chupete, ninguna de las dos en realidad. Y dedo tampoco y se dormían solas en su cuna desde el principio.
¿Y a mí qué? Ni toda la educación de mi madre y mis abuelas pueden hacer que finja un tono interesado. Quiero que la conversación se termine o el doctor nos llame.

Situación 3: peligro nene suelto
Uno de los chicos aburridos que está esperando, se ve súbitamente interesado por la bebé que acaba de ingresar en mis brazos y se acerca peligrosamente para tocarla, gritarle o toserle encima. Y la madre, en lugar de llamarlo a su lado, se acerca diciendo “viste qué linda la nena” y desembocamos en una variante de la situación 1, en la que además de soltar monosílabos frente al interrogatorio, tengo que construir una barricada contra toses o manotazos del infante.

Situación 4: peligro madre suelta
Una de las madres aburridas que ya no tiene bebés decide retomar el contacto y se acomoda cerca para tocarla, preferentemente en la zona de piernas y cachetes, mientras dice “pero mirá qué linda”. La barricada tiene que ser contra la madre, mientras sus infantes corren y gritan por los pasillos, sin control y mi cara se va transformando al estilo Dr. Jekyll.

Hasta ahora (llevo sólo tres meses de mamá) no encontré la forma de evitar estas situaciones, pero sí unos tips para minimizarlas:

- nunca ir sola, para tener con quien hablar y hacer tu pequeño mundo al margen, sin que nadie se sienta en la obligación de darte charla para que no te aburras.

- evitar los lunes y viernes al sacar el turno. El pediatra es como el banco, en lunes, viernes y vísperas de feriados largos se junta más gente.

- evitar los primeros turnos. A media tarde van madres que no trabajan nada más que de madres y están aburridas y con ganas de charla, buscando armar una comunidad de madres que comparten el pediatra o algo del estilo. A última hora de la tarde va la gente que trabajó todo el día y tienen menos ganas de confraternizar con los acompañantes ocasionales.

- llegar sobre la hora

¿Se les ocurre algún otro tip? ¿Les pasa lo mismo en la sala de espera del médico propio o de sus hijos?