Una historia común

- ¿Tomamos algo? – superando 27 años de cuidar las formas y mantenerse al margen, se animó a la invitación.

- Bueno – fue la respuesta del otro lado del teléfono.

Y la cita se fijó en Rock ‘n fellers, cerca de la casa de ella, en la otra punta de la ciudad para él, a la hora de las brujas.

Se conocían desde hacía ocho meses, cuando coincidieron en el mismo ámbito laboral. Ella estaba estudiando su última materia para ser Contadora, sin demasiado entusiasmo (el tema era bastante denso); él, ya recibido, alternaba su tiempo libre entre su banda de rock y una novia demandante y poco compañera. Seguramente, se habían cruzado sin verse por las calles de la ciudad que los alojaba, pero no era su momento.

Y llegaron al lugar de encuentro, cargando sus historias personales, 27 años de ellas y empezaron a conocerse de otra forma, sin guardar las formas que exigía la empresa, una empresa no demasiado propensa a fomentar ese tipo de situaciones.

Y se sintieron tan a gusto, que la cita se renovó. Y jugaban a ser “compañeros de trabajo” de 8 a 17hs, a cara de piedra, mientras decidían que querían o debían ser fuera de ese horario.

No fue fácil ponerle nombre al vínculo que los unía, pero las circunstancias los fueron llevando. Ella se recibió y él la estaba esperando con el resto de la familia mientras daba su último examen. La familia de ella descubrió que era más que un rockero de River que salía con la “nena” y empezaron a conocerlo primero y a sentirlo un miembro más con el paso del tiempo.

Pasaron los meses, pasaron los trabajos, cambiaron las realidades, ella empezó a viajar y la relación se complicó, porque era más virtual que real. El poco tiempo presente en Rosario de ella se dividía entre él y la familia, en un tironeo constante.

Ella se mudó a Buenos Aires, él buscó trabajo allá para seguirla y, a pesar de una tormenta familiar, se instalaron en un monoambiente en el centro de la capital. El cambio de vida no fue fácil, por supuesto. Nunca lo es…

Pero siguieron adelante, tratando de adaptarse y superar las diferencias y a los 6 meses, para el aniversario de aquel café, se comprometieron.

La noticia terminó de disipar las nubes familiares y la emocionó a ella. Con su cuadernito en la mano hacía lista y planes sobre el futuro evento, mientras él sufría el peor ataque de dudas y vértigo de todos esos años juntos.

“Pero el amor es más fuerte”. Eso dicen, eso cantan y eso decidieron juntos, hablando mucho, mucho, mucho.

Y hablando planearon la boda más divertida del mundo, llena de sorpresas y emociones para todos los gustos.

Y hablando, decidieron que la capital no era un buen lugar para vivir y ver crecer hijos. Y planearon la vuelta a la ciudad que los había visto nacer, crecer y conocerse.

Y volvieron, él con una entrevista de trabajo, deseando que se concrete, después de cuatro meses de búsqueda; ella con panza de 7 meses y la orden de quedarse quieta. Y se concretaron ambos, trabajo y panza (Cande), en una semana del mes de noviembre.

Y acá se quedaron, ahora los tres, cerca de abuelos, tíos y parque, en una ciudad más chica, pero más amigable para vivir.

Y ahora se cumplen 9 años del primer café solos. Rock ‘n Fellers no está más en el lugar donde nos encontramos, sino acá cerca, a una cuadra de casa, pero no fuimos nunca desde la reinauguración porque no hacemos cola para comer ni pagamos lo que no valen las cosas.

Y ya son 3 años del sí que nos dimos frente al Padre Juan en la cripta de Lourdes.

Y cuantas cosas compartidas, cuantas travesuras, cuantas anécdotas, cuantas batallas, cuantos cambios, cuanta vida.

Y no me arrepiento de haberte seguido el juego en el chat, ni de haberte invitado esa noche, que nuestros amigos se bajaron de la salida. Vale la pena cada momento que compartimos. Y nuestra hija, Cande, la caminante es el mejor regalo que nos dimos y les dimos a los nuestros.

Por muchos años más juntos. Y vamos para adelante, como siempre.

¡Felicidades papis!



Cande dice:

Hoy el post es cortito y con una dedicatoria especial.

Mis papis cumplen su aniversario.


Si me preguntan, yo no entiendo muy bien qué significa esto de los aniversarios, pero por lo que estuvieron diciendo estos días parece que hace 9 años, un día como hoy, salieron por primera vez. Y después de eso se pusieron de novios con todas esas costumbres que tienen los grandes. Y hace 3 años, un día como hoy se casaron.

Y eso es importante y merece festejo, porque ahí empezaron a formar lo que hoy es mi familia. Así que brindemos por ellos (yo con leche, agua o jugo de naranja, porque otras cosas no me convidan), porque decidieron ser una familia para que nazca yo.


Vacaciones!!!








Después de las fiestas, los papis estuvieron de vacaciones. Yo no sabía que eran las vacaciones, hasta que empezaron. Ahí me enteré.

Les cuento. Vacaciones significa que papá no se va temprano de casa y que estamos los tres juntos todo el tiempo. Mamá y papá se levantaban y pensaban lugares para ir y cosas para hacer en familia.

Entonces, aprovechamos para visitar a los abuelos en días que no fueran de fin de semana; fuimos a un lugar re divertido en el shoping, con pelotas y botones y sirenas y muñecas, donde papá jugó más que yo. Hasta se metió en el pelotero, según dijo él, para cuidarme, pero mucho no le creo. Y también nos quedamos a dormir en una casa que no era la nuestra.

Resulta que salimos un día re temprano de casa, cargados de bolsos (los papis los llevaban, yo no), subimos a un auto grande grande que no manejaba el abuelo y aparecimos en un casa llena de árboles y pasto con una pileta enorme con un chorrito super interesante. Del viaje mucho no les puedo contar, porque yo aproveché para hacer una siesta. Y ahí nos quedamos a pasar el día, y otro más y otro, durmiendo en esa casa y todo.

Jugamos mucho, en las hamacas, en el parque y sobre todo en la pile, con el chorrito de agua. Y después nos volvimos a casa. Por suerte estaban todas las cosas en su lugar cuando llegamos: los chiches, los cuentos y mi cuna.

Y a los dos días, papá volvió a irse temprano, a trabajar y volvimos a la rutina de siempre.

¿Cada cuánto serán las vacaciones?

Mudanzas


"Hace dos meses se mudó la abuela. Yo no sabía que era esto de las mudanzas hasta que en casa y en la casa de la abuela empezaron a hablar del tema...

Y mientras pasaban los días, se hablaba más y más de eso. Y además de hablar, aparecieron cajas y bolsas, y mami y la abuela vaciaban los muebles y metían las cosas en esas cajas y en las bolsas negras. Y el abuelo se llevaba las bolsas y no las volvía a traer. Y las cajas estaban desparramadas por todos lados.

La verdad era todo un lío, la casa de la abuela dejó de gustarme, porque no había forma de moverse ni de practicar el super gateo (entonces era chiquita y no sabía caminar y ni pensar en aprender entre todos esos bultos).

Y cuando parecía que nada podía ser peor, la casa de la abuela dejó de ser esa.

No fuimos más por ahí, y empezamos a ir a otra casa. Los papis me llevaron un domingo, hace dos meses y dijeron que ESA era la casa de la abuela ahora.

¿Cómo iba a ser ESA la casa de la abuela? Ahí estaban las cosas de los abuelos y del tío, pero la casa no era esa.

Yo sabía que no era esa... Si en la casa de la abuela viví mis primeros meses, cuando salí de la panza de mamá y del sanatorio y hasta que los papis me trajeron a casa. Y además, a la casa de la abuela fui de paseo con mami casi todos los días, desde entonces.

Por suerte no era la única que pensaba así. Taru también me apoyaba y se iba a la puerta para pedir que lo llevaran a su casa. Pobre Taru, nadie le hacía caso.

Y con el tiempo Mami ayudó a la abuela a hacer desaparecer las cajas; aparecieron todos mis cuentos y chiches y más también; recorrí los lugares de esta nueva casa, me instalaron una pileta en el patio y me acostumbré a la "nueva casa"...

Y ahora corro por todas sus habitaciones y juego en la pileta del patio. Pero a veces pienso: ¿qué habrá sido de la otra casa? ¿Me acordaré cuando sea más grande de lo que vivimos ahí?"

Retomando


Acá estamos, volviendo a la rutina que seguimos durante el año.

En el medio, durante este largo silencio ayudamos en una mudanza, despedimos al 2010 y recibimos al 2011, nos tomamos vacaciones, paseamos por Victoria, disfrutamos de la/s pileta/s, jugamos en un pelotero, arreglamos la compu, asistimos en la elección de un vestido de novia y aprendimos a caminar.

De todos estos momentos tenemos mucho para contarle. De a poco nos iremos poniendo al día...

Caminando por la vida



Y finalmente ocurrió.

Fueron muchos días de practicar y practicar, llevándonos de la mano por toda la casa: del living donde trabaja mamá al estudio de papá y otra vez de vuelta al living.

Muchos días de esfuerzo en tratar de mantener el equilibrio para sostenerse parada, sin tener que agarrarse de los muebles.

Tardes completas paseando, estirándose con mucho trabajo, para pasar del sillón a la silla y de la silla al mueble del tele, tratando de no caerse.

Un par de semanas haciendo el ejercicio que le mostró mami: unos pasitos solita, solita, hasta refugiarse en los brazos de mamá, sólo de mamá.

Y ahora, desde el jueves pasado todo eso es parte de la historia, porque nuestra Cande camina solita. No necesita muebles, ni manos, ni ejercicios de práctica y está fascinada con su bien ganada autonomía.

Papis y abuelos: a cerrar las puertas, no dejar nada al alcance y prepararse para correr atrás, porque ella no está dispuesta a quedarse quieta.

Ahora está investigando cómo es esto de correr, sobre todo, atrás del pobre Taru, porque caminar está resultando demasiado fácil.

¡Felicitaciones querida hija por este logro! Ya sos toda una nena, ansiosa por nuevos desafíos y cosas para aprender. ¡Te queremos mucho!