Navidades 2010

Revivamos juntos la segunda Navidad de Cande:

Las épocas en que dormíamos hasta cerca del mediodía para recuperarnos de las trasnochadas son historia.

Esta navidad, amanecimos a las siete y media de la mañana. Cande ya no tenía más sueño, porque dormía desde las 11 de la noche. se despertó fresca e intrigada por estar en la casa de la abuela, con el perrito durmiendo a los pies de la cama. Y no, no quisimos arriesgarnos a salir a buscar taxi en medio de la madrugada, así que improvisamos pijama party en la casa de la abuela.

Desayunamos en familia, con el abuelo madrugador, después de haber prendido el arbolito. Sí, prender el arbolito es lo primero que debe hacerse a la mañana. Y nos sentamos en el piso a abrir los regalos de Cande (muchos, de variadas formas y tamaños), con Cande organizándonos con su dedito inquisidor.

Todavía es chiquita y no entiende de magia, Niño Dios ni Papá Noel. Sólo disfruta con los chiches, sin saber por qué aparecen todos juntos, y sorprendiéndose e interesándose con cada nueva aparición. Eso será cuestión de tiempo.

Ahora les comparto unas imágenes de la secuencia de apertura de paquetes y cómo se van sumando juguetes al juego, con una reflexión que podría haber sido hecha por nuestra Cande, a juzgar por sus expresiones:

Un CD de Playhouse Disney ("no entiendo por qué no sale en la tele y sólo se escucha"),

un DVD de Baby Bach ("interesante, pero le faltan los títeres"),

bastante ropa ("puedo ensuciarme sin culpas"),

un tren de madera con piezas para armar y desarmar ("podría estar horas trabajando con estos vagones, poniendo y sacando"),

una tortuga con juegos de encastre y arrastre ("tengo que estudiarla con atención"),

un pelotero con forma de elefante inflable y con pelotas ("los papis tardaron mucho en inflarlo y 50 pelotas no son tantas").

¿Cómo pasaron la Navidad? ¿Y sus chicos? ¿Tuvieron muchos regalos? ¿Esperan a Papá Noel o al Niño Dios?

Reflexiones de Nochebuena



Querida hija: es tu segunda Navidad y me resulta increíble ver cuanto creciste, cuánto cambiaste en un año.

El año pasado dormías en tu hamaca, al costado de la mesa. Este año participaste de la mesa, te dormiste, madrugaste, abriste regalos, jugaste mucho con todos y nos hiciste reír...

Cuánto vivimos juntas, cuánto aprendiste y cuánto alegras nuestros días. Cada día te inventas algo distinto, un nuevo gesto, una nueva monada, una travesura diferente...

No me canso de decirte que crecimos como familia con tu llegada. Fue un desafío pensar en tres y tenemos mucha suerte de tenerte a nuestro lado y de ayudarte y acompañarte en esta aventura de "ser grande", que te tiene tan ocupada.

Recordá siempre que tenés mucha suerte. Tenés una familia espectacular, que te quiere muchísimo y se preocupa por vos (cuatro abuelos, cinco tíos, una madrina y montañas de tíos y tías postizos). Y que siempre vamos a estar para vos.

Feliz Navidad, hija mía!

Crónica de un cumpleaños - Otro punto de vista


Parece que el domingo pasado fue mi cumpleaños. No sé bien que significa eso, pero debe ser algo bueno, porque todos estaban contentos.

Hacía un par de días que los papis venían tramando algo, porque compramos unas cosas re divertidas en un negocio lleno de colores; mamá preparó algo así como un alfajor gigante, pero cuadrado y estuvieron mucho tiempo eligiendo fotos mías, a cual más linda. Y el sábado llenaron el living de la casa de la abuela de colores y fotos de Mickey.

Cuando amanecimos, en la cama de ellos, me dieron un super paquete al grito de "Feliz cumple". Y cuando lo abrimos entre los tres, encontre una caja mágica (tambor dicen que se llama) con un montón de cosas adentro. Elegí la más linda, una maraca parece que es para que me acompañe y fuimos a desayunar.

Después, misa como todos los domingos, pero esta vez al principio dijeron mi nombre y al final, el cura me dio la bendición a mí solita y después me alzó y me revoleó por los aires, dando la bendición al resto de la asamblea (mami me dijo que se dice así). Y a la salida, estaba "tía" Ceci con un regalo y también me dijo "Feliz cumple" (de parte de ella y de Giselle).

A ver cómo sigo...

Ah! Ya me acuerdo. Siesta en el auto hasta la hora de la comida. Y cuando me desperté estaban todos los tíos, los abuelos, la madrina con el novio y Taru. Y todos tenían bolsas y paquetes para mí, con montones de cosas lindas adentro. Se ve que la tradición indica que los cumples se festejan con regalos. Me gusta esa tradición.

Comimos todos juntos, medio amontonados y después vimos una peli que habían estado preparando los papis con fotos mías. Yo también la vi, porque me gusta mucho ver pelis y fotos. Me parece que los papis y abuelos se emocionaron un poquito.

Y fue el momento de la torta. Y otra vez empezaron a cantar la misma canción que estuvieron repitiendo toda la semana. Esa que dice: "que los cumplas feliz...". ¿La conocen? Primero con el nombre del abuelo y después con el mío.

Lo que no me gustó es que me sentaron adelante de una cosa con fuego, mientras cantaban. Y no sé que pretendían que hiciera. Hasta que al final se llevaron el fuego y me dieron un palito con unas cositas de colores riquísimas.

Como fin de fiesta, llegaron unos amigos de los papis, con sus hijos. Ahí rompimos la piñata, que es como una bolsa, con la cara de Mickey que colgaba del techo, comimos unas cosas muy ricas de papeles brillantes y jugamos juntos.

Terminé el día, muy cansada, pero muy contenta. ¿Cuándo será el próximo cumpleaños?

Crónica de un cumpleaños

A pedido del público, acá va la crónica del primer cumpleaños de Cande...

La cita era al mediodía en la casa de la abuela materna. Los invitados: abuelos, tíos, padrinos y más tarde unos amigos con amiguitos para cortar la torta.

La cumpleañera amaneció temprano, como siempre. Desayunamos entre tambores y maracas (regalos de los papis) y cumplimos con la misa del domingo ("en Acción de Gracias por el primer cumpleaños de María Candelaria"), con maraca incluida (no la soltó desde que abrió el regalo).

En el auto, camino al lugar del evento, la "reina del día", se durmió su siesta mañanera, un poco más tarde lo habitual.

Y siguió durmiendo mientras terminábamos con la decoración del salón y la torta y la preparación de souvenirs (sí, todo a último momento). Y también dormía cuando llegaron los invitados...

Por suerte, se despertó cuando nos sentamos a la mesa, algo amontonados. Mientras servíamos los platos para todos, Cande abrió sus regalos, estudiándolos con mucha atención. Y después exigió su almuerzo.

Hubo proyección de video alusivo (en un próxima entrega trataré de compartirlo), mientras preparábamos las cosas para servir el postre de cumple del abuelo y la torta de cumple de Cande.

Y más tarde una sesión de música de bandas marchando a cargo de padre, tíos, padrinos y afines (gracias al regalo de los papis).

Cantamos "que los cumplas feliz", soplamos la velita (los papis), que no se terminaba de apagar nunca y no le hizo nada de gracia.
y terminamos la fiesta con golpe a la piñata que no se rompió, así que le arrancamos el papel para tener lluvia de chocolates arriba de los invitados (grandes y chicos).

Llegamos a casa los tres muertos de cansancio por tanto trajín y tantas emociones. Parece mentira que haya pasado un año ya desde que la conocimos.

Ahora estamos tratando de explicarle a Cande que no todos los días son su cumpleaños y que no todos los paquetes son para ella... Por lo menos hasta Navidad...

Un año en una semana


Ya estamos sobre la fecha. En una semana, Cande cumple 1 año.

Falta terminar de preparar algunas cosas, pero definimos qué hacer: almuerzo familiar en la casa de la abuela, que tiene más lugar.
Decoración alusiva a Mickey, para crear clima festivo de cumpleaños infantil.

Queda pendiente preparar torta y postres, armar guirnaldas, rellenar piñata (para los papis y los tíos) e inflar globos.

Y hacer proceso de adaptación y entrenamiento, porque se asusta muchísimo con las velas, el fuego o cualquier cosa que se le asemeje cerca de ella. Y no quiero pucheros en la foto de la torta.

Ya les contaré como avanzamos y cómo resulta todo.
¿Sus hijos aprendieron a soplar velitas para el cumple de un año?

¿Cómo se festeja el primer cumpleaños?


En dos semanas vamos a estar festejando el primer cumpleaños de Cande.

Reflexiones : por un lado es increíble que ya haya pasado un año. Por otro lado, es impresionante todo lo que aprendió y creció sólo en un año.

Dudas: ¿Cómo se festeja el primer cumpleaños de una bebé? Es un día muy importante, pero más para los padres y resto de la familia que para la agasajada, que no entiende todavía qué significa cumpleaños y se asusta (lo vimos en los últimos cumpleaños familiares) con las velas prendidas cerca.

La oferta es infinita, como para casi todo en esta sociedad en la que vivimos. Y me parece que abundan los excesos y falta el sentido común.

Y acá estoy, a dos semanas del evento y sin terminar de decidirme con lo que quiero hacer. Por eso este post viene en tono de preguntas y necesito sugerencias (comentarios o mails son bienvenidos).

¿Qué hicieron para el primer cumpleaños de sus hijos? ¿Qué harían, si no llegaron a esa instancia? ¿Sólo la familia o también amigos? ¿Invitaciones en papel o más informal? ¿Piñata? ¿Carteles y decoración? ¿Souvenirs? ¿Grandes regalos? ¿Fotógrafo profesional o cámara de la familia?

Los escucho...

Con bebé y por el parque




Aprovechando los días lindos, el sol y la creciente autonomía de Cande, estamos haciendo excursiones a los parques cercanos a casa, para que nuestra bebé descubra la naturaleza.
Y aprendimos a controlar los riesgos que aparecen en este descubrimiento. Por ejemplo:
- comer arena,
- comer tierra,
- chupar piedritas, yuyos, flores o afines,
- ser mordida por perros, por pretender pellizcarlos (a Taru se lo hace, pero el pobre ya está resignado),
- golpearse con el suelo, por pretender correr, sin ayuda de los papis,
- juntar bichitos, aunque piquen,
- rebozar chupete y/o vaso para después usarlos,
- revolear el sombrero, en lugar de dejarlo en su cabeza, aunque el sol esté a pleno.
- masticar hojas arrancadas de plantas.
Eso es por ahora, pero vamos a seguir sumando experiencias, a medida que avance el verano.
¿Qué experiencias pueden agregar ustedes?

11 meses de alegrías compartidas


Cuántos cambios, cuánto crecimiento, cuántos aprendizajes, cuántas experiencias, cuántas alegrías, cuánta vida compartimos en once meses juntos.


Nos enseñaste a pensar y a consolidarnos como familia.


¡Felicidades hija! Y a seguir aprendiendo...

Decálogo

¿Qué tienen que escuchar de la gente, paseando con sus bebés?

Acá va mi decálogo. El orden es aleatorio, a medida que las fui recordando. Los comentarios entre paréntesis son mis pensamientos al escucharlas.

1) Perdió un zapatito. (de que me sirve saberlo, si Ud. no lo tiene)

2) ¡Qué cachetes! ¡Qué ganas de morderlos! (mejor que ni se acerque)

3) ¡Qué grandota! Seguro que está mal alimentada.

4) ¿Es una nena? (los aritos y el chupete rosa no son suficiente indicador, aparentemente)

5) ¿Cuánto pesa? (¡qué le importa!)

6) ¿Cómo se llama? ¡Aaaaah! ¡Qué lindo nombre! (como si alguien hubiera pedido aprobación)

7) ¿Qué tiempo tiene? Parece más grande. (y Ud. parece más vieja)

8) ¿Duerme de noche? (y sino, ¿va a venir Ud. a cuidarla?)

9) ¡Qué simpática! (la gordi sonriente es irresistible)

10)¿¡Qué le dan de comer, para que sea así de grande!? ¿Bulones? (cómo va a comer bulones una criatura)

Las invito a agregar las frases que faltan...

Degustando

Hace 5 meses que Cande empezó a incorporar otros sabores a su dieta y, de a poco, fue reemplazando la teta de mami por los productos de la naturaleza y del arte culinario.

Y disfrutamos mucho con sus técnicas de degustación y separación y sus hábitos alimenticios. Y también vamos aprendiendo sus gustos y disgustos, que están cada vez más definidos.

Y es asombrosa la capacidad que tiene para degustar y separar lo que gusta de lo que no, aunque venga mezclado y en la misma cuchara. Parece una máquina de las que ofrecen en la tele, diciendo LLAME YA.

Con las verduras en general no hay problemas, pero deben seguir un esquema de rotación para no aburrir a su paladar de bebé gourmet. Menos papa. Veremos cuando pueda comer papas fritas, pero mientras tanto, no insistir.

Tampoco hay que insistir con las pastas secas y la sémola. No es comida para Cande, definitivamente.

Los grandes favoritos son el queso, el yogur, los cereales y lo que coma el abuelo, sea o no apto para el consumo de bebés. Cuanto menos apto para bebés y más sabroso para los grandes, más le interesa.

Empecé a escribir este post hace unos días, pero hoy al mediodía se le agregó más sentido al tema, ya que hoy Cande comió sola por primera vez.

Con toda la energía de su caracter escorpiano, me sacó su cucharita de la mano, exigió que le pusiera el plato a su alcance, se sirvió un pedacito de carne con los deditos de una mano, cargó puré en la cucharita con la otra y se llevo todo a la boca formando un bocado perfecto.

No siempre le acierta al plato ni a l
a boca, creando un collage en los alrededores, pero todo es parte del aprendizaje y no puedo evitar emocionarme.

Por eso lo comparto con ustedes y los invito a compartir las experiencias de sus hijos...

Y les dejó una foto que inmortaliza el momento.

Enfermedades


Acá estoy de vuelta, retomando de a poco el ritmo normal de vida, después de una semana en suspenso.

Cande estuvo resfriada y con tos y todo giró alrededor de ella la semana pasada:
- visita preventiva al pediatra, sin turno, con todo lo que eso implica;
- guerras mortales con Monstruo Come Mocos;
- nebulizaciones (inversión justificada), de toda la familia, para mostrarle, mediante prueba empírica que la máscara no muerde;
- cuatro noches durmiendo a los saltos y todos juntos en la cama grande (menos mal que es bien grande), para evitarnos los paseos entre habitaciones y los sustos por algún ataque de tos que pudiera ahogarla.

Y para complicar el panorama, están asomando los dientes de arriba y empujando los de abajo de los costados, agregando molestias a la situación.

Por suerte, el invierno fue bastante benigno con la salud familiar, sobre todo de la pequeña, y ya termina. El año que viene nos va a encontrar más grandes y fuertes. ¿Cómo pasaron el invierno? ¿Y sus hijos? ¿Corren al médico enseguida o aplican remedios caseros?

Pasatiempos


Volví a sacarle la compu a mamá, para contarles un poco sobre mis pasatiempos favoritos:

- Tirar las cosas al piso, lo más lejos posible de mamá y papá, y con la mayor fuerza posible, para que hagan más ruido.

- Sacudir el vaso con agua sobre la ropa propia y ajena, el mantel y el perrito que pasa por abajo. (Todavía no entiendo por qué no le gusta el agua.)

- Salpicar todo lo que esté a mi alcance, mientras me baño.

- Saltar en la cama de mamá y papá, sobre todo cuando ellos tienen sueño o pretenden dormir. En mi cuna probé, pero el rebote es menor.

- Charlar, charlar, charlar. Sería mucho más interesante si los grandes me entendieran, pero son un poco lentos para aprender cosas nuevas.

- Sacarme las medias, primero una y después la otra. Y chuparlas, mucho, mucho, así no me las pueden volver a poner.

- Leer todos mis cuentos, una y otra vez, mirando atentamente las imágenes. Sobre todo las verdes o con árboles y animalitos.

- Pararme, y probar a ver si me sale esto de caminar, que es más complicado de lo que parecía.

- Contemplar todos mis chiches, expuestos sobre la cómoda de mi cuarto, para meditar cuál quiero usar hoy para jugar.

- Mirar el programa de Mickey Mouse en la tele o en la compu de mami o el padrino.
- Pasear, pasear, pasear. En auto, en cochecito, a upa o como sea.

¿Cuáles son sus pasatiempos preferidos? ¿Cómo ocupan sus días? Cuentenme o diganle a sus mamis que me cuenten. Y hasta la próxima.
Cande

De padres y abuelos

Cande tiene cuatro abuelos y nos mudamos de vuelta a Rosario para que creciera cerca de ellos y pudiera disfrutarlos.

Y a medida que Cande crece y aprende a relacionarse con su familia, es interesante analizar cómo se comportan esos abuelos respecto de cómo se comportaban cuando eran sólo padres, hace no demasiado tiempo (o eso queremos creer)...

Mi papá, padre de cuatro hijos, por ejemplo, nunca permitió desplantes ni malos comportamientos en la mesa. Sentados a la mesa familiar, sabíamos, desde nuestra más tierna infancia, que teníamos que portarnos bien y comer, sin berrinches y sin enchastres (en la medida de lo posible). Y no tenía problemas en cortar de raíz los caprichos del hijo de turno, teniendo incluso menos edad que la actual de Cande.

Ese mismo señor, ahora abuelo, es el que le ofrece la fuente de medialunas en la tarde de mate del domingo, para que elija la que más le guste o juegue con todas.
O le acerca el plato de banana pisada para hacer surcos con los deditos y ensuciar los alrededores.
O juega con su nieta a revolear el vaso de agua, salpicando la mesa, el piso, a los otros comensales y al perrito que pasa por abajo, en la búsqueda de la miga perdida.

Una abuela le hace upa en cuanto llega de visita (la misma que no permitía exceso de brazos para sus hijos), le deja jugar con los ovillos de lana y la caja de botones, con el consiguiente desparramo de hilos y botones por toda la cocina.

La otra abuela, siempre preocupada por la limpieza, se desparrama de risa, sin alterarse, cuando Cande disfruta revoleando los restos del plato de cereal por el piso parquet o sobre la ropa. O distribuyéndolo en cara y manos propias y ajenas.

Se ve que por el sólo hecho de ser "abuelos" y no "padres", se liberan de responsabilidades, se aflojan y disfrutan de jugar y "malcriar" a sus nietos. El encargado de los no, y los límites es otro. Su rol cambió y sólo tienen que pasar un lindo rato con los chicos. Y los chicos, con ellos.

Y está bueno que así sea. Nuestros padres vivieron lo mismo, cuando sus padres se convirtieron en abuelos. Y todavía recuerdo cómo aprovechábamos esas situaciones con mis hermanos, para salir ilesos de alguna travesura, poniendo a los abus como cómplices o testigos, impidiendo el reto, merecido por supuesto.

¿Qué me cuentan ustedes? ¿Disfrutan como yo, viendo los cambios de conducta por los cambios de roles? ¿Cómo se llevaban con sus abuelos? ¿ Y cómo se portan sus hijos con "los abuelos"?

Nativos digitales


Hay días que me asusta un poco la fascinación de Cande por los aparatos con botones, luces y movimientos.

Ya comenté en otro post que no hay chiche más divertido que el control remoto. Y a medida que crece, se vuelve cada vez más hábil en su uso (lo apaga, cambia los canales, sube el volumen, lo programa para que se apague solo), sin entender, todavía, la relación entre los botones que apreta y los cambios en la pantalla que tiene enfrente. Y enojándose cuando desaparece lo que estaba viendo en el televisor, sin saber que ella causó esa desaparición.

Pero la tecnología en su vida no se limita a los controles remotos... Si estoy enfrente de la compu, ella se asoma desde su silla o desde el piso para ver que estoy haciendo. Porque puede ser más interesante que lo que está haciendo en el mundo real: le encanta ver fotos digitales y navegar por páginas con animaciones, luces y colores, sobre todo si son de canales de dibujos animados.

Cuando aparece la cámara de fotos, sonríe y posa para el fotógrafo. Y después exige ver a la nena que aparece en la pantallita, para reirse con ella. ¿Se reconocerá? ¿Entenderá ya la relación causa -consecuencia entre el flash y la imagen que aparece después?

Cuando se sienta con Ariel en el estudio, toca el teclado un rato y mira la pantalla de la computadora para que le cambie el sonido, antes de seguir tocando.

Si el celular queda a su alcance, seguro que va a esforzarse todo lo posible (y lo imposible) por agarrarlo para investigarlo. Es un aparato maravilloso, con botones, luces, imágenes y sonidos. Y además, cada tanto trae a casa las voces de papá, abuelos o tíos. Tendrían que ver su cara de preocupación, mientras los busca adentro del aparatito.

"Son nativos digitales", dice mi hermano menor. "Nacieron con la tecnología y conviven con ella". Para Cande no hay vida antes de la computadora personal, Internet o la telefonía celular. No tiene que adaptarse a estos aparatos que se metieron en nuestra vida cuando transitábamos la adolescencia y no erámos del todo conscientes de la relevancia que iban a tener en nuestro desarrollo laboral o en nuestras relaciones personales.

El desafío que tenemos ahora es enseñarle a balancear la vida real con la virtual. Que no deje de jugar y aprender en la forma tradicional, como lo hicimos nosotros, pero sin negar la utilidad y marcando los "peligros" de estos "aparatos", que día a día, cambian la forma en qué hacemos las cosas.

¿Les pasa lo mismo? ¿Cómo manejan la interacción de sus hijos con la tecnología? ¿Miran mucha televisión? ¿Usan la computadora? ¿Tienen algún tipo de control en Internet?

Día del Niño



2do Domingo de agosto: Día del Niño. Cuando era chica era el primer domingo, hasta que un año se cambió por el segundo. Motivos comerciales, supongo...

El primer día del Niño de Cande. El año pasado estaba en la panza y no sabíamos si era nena o nene. Mi suegro nos regaló una muñequita, por si era nena. Y estábamos en la búsqueda de nuestro destino final, entre Rosario y Buenos Aires. Parece mentira que pasó un año y que se resolvieron tantas incertidumbres.

Ahora, Cande está por cumplir 9 meses y la celebramos en su día, reunidos en familia. Por supuesto, no entiende mucho del sentido del festejo, pero le encantó tener a toda su familia alrededor, haciéndole payasadas y que aparecieran nuevos chiches para jugar.

El festejo lo empezamos antes. Los abuelos, por los dos lados, le dieron el regalo en cuanto lo compraron. Y nosotros la llevamos con nosotros, en plan de shoping, para elegirlo y asegurarnos el nivel de aceptación de nuestra elección. Aprovechamos que por ahora no hace pedidos formales.

Por suerte, todos los regalos que recibió fueron un éxito y la verdadera fiesta es la cara, mezcla de sorpresa y felicidad, que pone cada vez que se encuentra con sus chiches. O verla jugar, super concentrada, investigándolos cuidadosamente.

¿Cómo festejaron a sus niños en este día? ¿Cómo recibieron los regalos?

¿Y ustedes de chicos? ¿Cómo vivían el día del niño? A mí me mataba la ansiedad. ¿Se acuerdan de algún regalo en particular? Yo el que más me acuerdo fue el año que me regalaron el Master Top (y delato mi edad). Todavía lo tengo guardado y funciona. Para que Cande pueda jugar con los chiches de mamá. ¿Saben lo qué es? Sino, les dejo la inquietud para que investiguen.

Archivillanos - Parte I


A pedido de tía Ceci, hoy escribo yo:

Les voy a contar un poco más sobre los problemas en el día de una bebé. ¡Sí! Los bebés tenemos problemas, a pesar que ustedes, adultos, creen que tenemos la vida solucionada.

El villano número 1, con el que mantengo luchas sin cuartel todos los días es Sueño Implacable. Mamá les comentó algo de él en el post "La princesa malgeniuda" (título que no comparto para nada). Pero mami no sabe lo ardua que es mi lucha.

Lo veo venir y tengo que recurrir a todas mis armas secretas para mantenerlo a raya: aplaudir haciendo "¡viva, viva!", gritar, bailar y saltar en el lugar (todavía no consigo moverme).


Y no puedo evitar el llanto por lo injusta de la pelea. Él es más fuerte y más grande. Además, la tiene a mamá como aliada.
Y ataca con fuerzas sobrenaturales, hipnotizándome, y haciéndome caer en un trance en el que no puedo dejar de repetir "EWE EWE EWE EWE EWE EWE", hasta derrotarme.

Lo que no entiendo es por qué me siento mejor, después de la siesta que me obliga a dormir este super villano.


Otro villano que me ataca, pero no con tanta frecuencia, es Monstruo Come Mocos. No luchamos muy seguido, pero siempre elige visitarme cuando me siento mal y congestionada. Su estrategia consiste en colarse entre las manos de mis papis y atacar mi nariz, para chuparme el cerebro. La única forma que encontré para defenderme es llorar fuerte, fuerte (para aturdirlo) y retorcerme toda, para no ser un blanco fácil. Pero sigo estudiando sus movimientos, para perfeccionar mi defensa...

Otros enemigos, que aparecieron estos últimos meses, son los abrigos. Encima que hace frío, a mamá se le dio por taparme de ropa, inmovilizándome. Con lo que me gusta saltar y sacudirme, sin ropa encima. Por suerte, tengo los momentos de baño y cambio de pañales para estirarme a mi gusto, sino estaría toda contracturada todo el día.

Ahora los dejo con mamá para la reflexión final. Ah! Me olvidaba! En la foto estoy estudiando para perfeccionar mis técnicas de defensa.

La pregunta final: ¿con quién o quiénes pelean sus bebés? ¿Qué cosas son las que más les molestan (por sus reacciones) de las rutinas diarias?

¡Felicidades!


Hoy un post cortito, pero con todo el corazón.

Feliz cumple mes a Cande, que hace 8 meses llegó, todo ímpetu, a llenarnos de alegría y cambiar el ritmo de nuestra familia (la chiquita y la extendida).

Querida hija: llegaste para adueñarte de nuestra vida, dejando en segundo plano todas las cosas. Y cuánto disfrutamos cada día que compartimos.

En la próxima, se viene, a pedido de la tía Ceci, post de archi-villanos a cargo de Cande.

PD: ¡Bienvenida, Juana! Mucha suerte en este mundo. A disfrutar de la familia que te tocó, que te esperaba con tantas ganas.

¿Cómo cambiar a una bebé?


Cambiar a Cande fue siempre complicado. Cuando era recién nacida, se enojaba mucho y era el único momento del día en el que lloraba desconsoladamente. Después, mientras fue creciendo, las cosas fueron más fáciles, porque se acostumbró a lo que ella consideraba "una verdadera tortura" (sobre todo la parte de volver a ponerse ropa encima).

Y con el correr de los meses y los cambios de estaciones descubrió que todo puede empeorar. Y que además de bodies, pueden ponerte encima sacos y camperas.
Ese es, más o menos, el análisis del tema desde el punto de vista de bebé.

Desde el punto de vista de los papis o de quien tenga a su cargo la tarea de cambiarla, les cuento que ahora que Cande aprendió a moverse y manejar sus manos con mayor precisión día a día, esa simple tarea se convirtió en todo un desafío.

Vamos con un ejemplo, para que me entiendan: se acomoda a la bebé, Cande en este caso, en el cambiador (que le queda corto), tratando de que no pegue la cabeza contra la bandeja de los elementos de limpieza y que no se caiga.

Luego viene la parte fácil: sacarle la ropa y el pañal. Y ese es el disparador para que comience el movimiento: piernas al aire, revoleo de brazos y similares para demostrar la alegría que le produce no tener tanto peso. Todo vale para tratar de impedir que un nuevo pañal vuelva a ponerse en su lugar.

Si conseguimos acomodarle un nuevo pañal, todo se complica aún más. Hay que vestir nuevamente a una bebé que se va a resistir con todas sus fuerzas para evitarlo, repitiéndose la secuencia siguiente: pasa la cabeza por el bodie, grita Cande tratando de evitarlo, entra una manga, sale una manga, entra una manga, se retuerce Cande y revolea por los aires la tapa de la cajita con forma de oveja, pelea por capturar el otro brazo, entra manga, sale manga, entra manga, sale manga, entra manga, vuela pato de goma para el otro lado, protesta Cande porque fue acostada para abrochar el bodie, entra el pantalón (después de pasar por los mismos problemas que nos dieron las mangas) y aplaude Cande porque fue parada para terminar de acomodarle la ropa.

Terminada la operación, quedará media hora más para ordenar y juntar, y que el cuarto en una situación similar a la inicial. Y otra media hora para reponerse de tanto movimiento.

¿Cómo les va a ustedes en estas lides? ¿Son tan inquietos sus chicos como Cande? ¿Hay trucos para mitigar el proceso?

Al agua pato!


Para el post de hoy tenemos una cronista especial:

"Desde que me acostumbré al agua y dejó de enojarme eso que hacen varias veces por día de ponerme y sacarme ropa y pañales, disfruto muchísimo el ritual diario del baño. Aprendí el horario bastante pronto, antes de los dos meses de vida. Tiene que ser después de la merienda de los papis y antes de "La casa de Mickey Mouse". Y si por algún motivo, los papis se olvidan, yo me ocupo de hacerlos acordar, a los gritos. De otra forma no entienden.

Al principio me gustaba que me respeten las rutinas, pero ahora además juego mucho, porque ya me siento solita en la bañera. Y por eso los papis me prestaron un patito de ellos y me regalaron un pingüino para el agua.

Si estamos en casa, todo empieza cuando papá me acuesta en el cambiador, sobre la cama de los papis, para hacerme saltar, mientras me saca la ropa. Mientras tanto, mami prepara el agua y llena la bañera. Después, por fin, me llevan al agua, donde me divierto chapoteando con Pingüi y Pato, tratando de evitar los ataques de mamá con champú, jabón y esponja. Incluso tengo que sacarle la esponja y morderla (a la esponja, a mami, no), para que pare y me deje jugar tranquila.

Como todo lo bueno, el baño termina demasiado pronto y empieza la tortura con la toalla, los pañales y la ropa. Para pasar el mal rato, me abrazo a Pato y lo llevo conmigo. Pero eso es para otra historia...

A veces, porque los papis se desordenan con los horarios, me toca bañarme en la casa de la abuela y ahí ni siquiera necesito chiches, porque en lugar de la bañera, usamos una piletita inflable, regalo de los tíos Ini y Charly, que es mucho, pero mucho más divertida. ¿Les cuento por qué?

Porque es bien flexible, entonces el agua salta, haciendo olas con sólo agitar mis piernas. Tardé un poco en darme cuenta cómo hacerlo, pero ahora que ya aprendí, lo practico siempre, chapoteando y salpicando para todos lados. Tanto que mami, la abuela y los tíos tardan un rato largo en secar todo el piso y la mesa, para dejar la cocina otra vez en orden. Y Taru, el perrito de la casa, se esconde, porque parece que no le gusta nada el agua. Yo no lo entiendo.

¿A ustedes les gusta el momento del baño? ¿Lo comparten con alguien? ¿Las otras mamis tienen algún ritual que respetar cuando bañan a sus bebés?"

Forzando a la suerte


Hoy Cande cumple 7 meses. Pero hoy mi post va dedicado a Ariel, el papá de Cande, porque el nacimiento de mi hija vino cargado y acompañado de muchas emociones y muchos cambios, y porque se aproxima el aniversario del inicio de ese proceso.

Porque hace un año decidimos torcerle el brazo al destino que nos había llevado a Buenos Aires, para criar a nuestra hija en un ambiente más amigable.

Porque no tuvimos "orejas", aunque profesionalmente era un salto importante.

Porque hicimos nuestra jugada más osada en el momento menos indicado.

Porque preparamos juntos infinitas entrevistas de trabajo, cargadas de ilusiones, miedos y esperanzas.

Porque dijimos NO, cuando no cerraba, aunque significaba quedarnos con nada. Porque no nos resignamos a seguir peleando.

Por cuatro meses de búsquedas y ansiedades. Por madrugadas sin dormir y desayunos con El Increíble Hulk.

Por la renovación del contrato de alquiler que no fue.

Por la obstetra que nunca me contuvo y nos forzó a viajar cuando ya no lo pensábamos.

Por una llamada mágica recibida un martes 13.

Por el trabajo que sí fue.

Por la mudanza que hizo solo para acomodarnos en nuestra nueva casa.

Por las sonrisas de Cande al ver a sus abuelos y tíos. Y por la felicidad de los abuelos al ver crecer a su nieta de cerca.

Gracias por acompañarme, Amor. Sé que el esfuerzo más grande te tocó a vos en esta movida, yo sólo cargaba la panza y trataba de acompañarte y estar tranquila. Y seguimos para adelante, como siempre...

Un cuento, con gusto a recuerdos compartidos

Les dejo un cuentito dedicado a Cande, que está por cumplir siete meses, escrito por su mamá, cuando ella crecía en su panza.
Espero que lo disfruten...


Beatricita amaba la casa de sus abuelos. Siempre pensó que era mágica, por el tamaño de las habitaciones, por los placares que sorprendían en lugares inesperados e inalcanzables y sobre todo por sus habitantes, rodeados de historias y dispuestos a complacerla. La casa de los abuelos siempre tenía gusto a sábado por la tarde, sin siesta.


De todas las habitaciones, había una que le fascinaba particularmente. Era un pequeño cuarto, al que se llegaba pasando por el living (después de pedirle permiso a la abuela), todo revestido en madera, hasta el techo. En el sólo había dos muebles: el escritorio del abuelo y la biblioteca, con libros casi hasta el techo (la mayoría aburridísimos, de esos que sólo leen los grandes) y un par de puertas más arriba, encerrando no se sabía qué tesoros.


Esa tarde, mientras sus padres charlaban en la cocina, decidió que tenía que develar ese misterio. Para eso necesitaba un cómplice; no había otra forma de franquear el living inmaculado que sólo se usaba en los cumpleaños y para Navidad.

Pensó y repensó los argumentos en su cabeza y cuando los encontró se acomodó, decidida, en la pierna del abuelo. Era imposible que él le dijera que no. Muy bajito, para que no escuchara papá que solía adivinarle las intenciones, le explicó que quería ver si en la biblioteca había libros para ella, si habían quedado algunos de los que leía su mamá. Estaba segura de que el argumento era el correcto e iba a servir para su propósito, en esa casa nadie tiraba nada.


El abuelo se levantó, fue a buscar la escalera y juntos se digirieron al cuarto fantástico. La abuela puso los ojos en blanco pensando en la tierra que iban a revolver los dos juntos, pero no dijo nada. Era inútil frenarlos, si eso implicaba contradecir a la nena.


Una vez ubicada la escalera, subieron los dos muy despacio, el abuelo sosteniéndola por detrás, para evitar accidentes. Una vez ubicados a la altura de la puerta, la abrieron con cuidado.

Beatricita se asomó y no pudo evitar gritar por la sorpresa.


Estaba segura que había algo fantástico en ese mueble, pero nunca se imaginó que tanto.

Como en toda biblioteca, había montañas y montañas de libros; pero en lugar de estar cerrados y en sus estantes, bien alineados uno al lado del otro, estos, estaban abiertos y desparramados dentro del placard inmenso, en un desorden que daba ganas de zambullirse a seguir revolviendo. Y, aunque suene bastante increíble, de entre las hojas de los libros abiertos se asomaban diminutas personas, con ropas estrafalarias (como en un desfile de carnaval), muy ocupados en sus actividades e ignorando a los intrusos que aparecían.


En un rincón discutían tres cerditos sobre teorías y materiales de construcción, ajenos a un lobo que se afilaba los colmillos en un tronco de árbol, que lo tapaba parcialmente.


Más allá había una mesa de té, puesta para los comensales más atípicos.


Y en la otra punta, cuatro caballeros se saludaban y se peleaban con sus espadas alternativamente, pero parecían muy amigos a pesar de las peleas.


Sin embargo, después de un momento, se acercó un hombrecito más alto que el resto, vestido de verde, con un sombrero adornado con una pluma roja y un gran arco en la espalda, que saludó con mucha cortesía e invitó a Beatricita a pasar a conocer a sus compañeros. Para hacer más tentadora la oferta, le contó que entre ellos había una nena más o menos de su edad , que había llegado ahí, después de haber vivido maravillosas aventuras en un país lejano.


Beatricita le pidió permiso a su abuelo con la mirada y ante su asentimiento, le tendió la mano a este extraño arquero, entre temerosa y fascinada, para confundirse entre el bullicio.


- ¿Cómo estuvo el viaje? – le preguntó el arquero, mientras la guiaba entre el bullicio, y la presentaba a sus amigos. Y continuó:


- ¿Sabes que te esperamos acá hace años? Todas las tardes organizábamos fiestas de bienvenida, con la esperanza de que fuera el día de tu visita.


- ¿Y cómo sabían que yo tenía que venir?


- No lo sabíamos con certeza, pero teníamos la esperanza de que así fuera. Jugar solos no es divertido. Y acá está bastante oscuro habitualmente.


Un pirata, todo vestido de negro y una espada gigante se unió a la conversación diciendo:

- Por suerte, la oscuridad se termina para nosotros, ya que ahora vamos a ser tus compañeros de juegos y tenemos que vivir más cerca.


Beatricita los escuchaba atentamente, sin perderse detalle y con un montón de preguntas en la cabeza, que no se animaba a hacer en voz alta: ¿cómo podían ser amigos entre ellos siendo tan diferentes? ¿Cómo iban a ser amigos de ella? ¿Cómo iban a salir de ese armario con esos disfraces tan llamativos? ¿Qué pensaría papá de semejante invasión en su casa, sólo para jugar y entretenerla?

Pero no permitió que las preguntas que se atropellaban en su cabeza le impidieran disfrutar de esa tarde maravillosa, y como siempre, confió en su abuelo y en su infinita capacidad de persuasión para ayudarla a salirse con la suya…


Y así fue.


Sorpresivamente, mamá también se puso de su parte para convencerlo a papá, que por supuesto, se dejó convencer. Entonces el arquero se fue a casa con ella, sentado en el asiento de atrás del auto, muy quieto y callado.


Y desde esa tarde, se convirtieron en excelentes compañeros de juego. Robin, que así se llamaba, y sus vecinos, fueron para Beatricita amigos, confidentes, buenos consejeros, acompañándola y viendo como crecía hasta transformarse en la mujer que es ahora.


Ella nunca los olvidó, pero con los años, dejó de jugar. Cuando los chicos crecen, suelen hacer eso; no decimos que sea lo correcto, sino que es lo que pasa.


Sin embargo, ellos no se fueron, se volvieron a dormir, en otro mueble, nuevamente a la espera de alguien que quiera hacer renacer la magia.


Pero ¿qué es ese ruido? ¿De dónde vienen esas voces? Escuchemos con atención.


- ¿Ahora sí podemos abrir el mueble, mamá? – preguntó la pequeña que ese día empezaba sus vacaciones de invierno.


- Dale, abrilo ahora – contestó Beatriz, feliz al ver la emoción contenida de su hija, quien trataba de adivinar qué se escondía detrás de esa puerta misteriosa.


Un arquero, todo vestido de verde, las saludó con una reverencia, iluminado por la sonrisa de la pequeña.

Aprendiendo a dormir sola


Cande crece día a día y tenemos que ir adaptándonos a sus nuevas necesidades. Por eso, esta semana la familia está en proceso de adaptación a la nueva cuna de la bebé.

Hacía varios días ya que la habitación de Cande estaba preparada para recibir a su ocupante: estaba la cuna lista, con sábanas y acolchados, impaciente por ser usada, pero ni la bebé ni los padres se decidían a dar el gran salto.

Finalmente nos terminamos de convencer al comparar el largo de la minicuna con el largo de nuestra hija y, sesión de shoping mediante (para comprar los baby calls tranquilizadores), Cande se mudó a la habitación de al lado.

La primera noche fue bastante traumática para el padre, que con la potencia de los transmisores empezó a escuchar sonidos emitidos por nuestra pequeña bebé, que no se apreciaban en vivo y en directo y se dedicó a tejer un surco entre nuestra cama y la de ella, pero fuera de eso, parecía un éxito.

La segunda noche no fue tan así... Y después de una hora de llantos y discusiones maritales, bastante surrealistas, considerando la hora y el estado de los interlocutores (el padre se inclinaba por calmarla a toda costa, a la madre le surgió la contadora que lleva adentro), terminamos durmiendo los tres juntos en la cama grande (que para eso es Queen Size).

Pero estamos aprendiendo que con los chicos todo requiere paciencia. Y anoche, después de un par de noches como las del párrafo anterior, Cande durmió toda la noche en su cuna, en su dormitorio. No digo que no se despertó, pero San Chupete resolvió el tema y se volvió a dormir solita, para deleite de los padres.

Veremos cómo sigue esta historia, pero parece que se va encaminando... Cuentenme sus experiencias con este tema. ¿Les resultó fácil dar este paso? ¿A qué edad de sus bebés lo hicieron? ¿Fue más fácil para ustedes o para ellos?

PD: ¡Feliz cumple Uhma y muchas felicitaciones a tu mamá, que desde hace dos años te disfruta!

Dientes! Dientes! Dientes!

Seguimos viendo crecer a Cande.

La novedad de esta semana es que están apareciendo los dientes de abajo. Los dos centrales, muy tímidamente, empiezan a asomarse de las encías. Y todo va a la boca, para practicar la mordida o aliviar las encías. Hay batallas campales en las que ataca con saña la cabeza de una muñequita y el pato de goma que la acompaña en sus baños.

Los mordillos también ayudan, pero tienen un problema fundamental: por más que muerda y muerda no consigue que salga el líquido que tienen adentro y eso la pone bastante furiosa. La vemos renegar y sacudirlos, con bronca, para ver si así sale algo de una buena vez. Entonces guardamos el mordillo y volvemos al pato de goma, que no la enoja.

También vivimos una modificación en su dieta, ya que suprimió la comida caliente. Sí, con este frío. Pero no quiere saber nada con nada que sea caliente o siquiera tibio... Es más, en su afán por lo frío, comió por fin la zanahoria, hecha papilla, mezclada con pera y recién salida de la heladera. Una de cal y una de arena: comemos zanahoria, pero suprimimos las cosas calientes de la dieta. Será una etapa.

Además, la vemos jugar con la lengua y los deditos, tocándose ese nuevo chiche que apareció en la boca, sonriendo de costado, por la novedad.

Eso sí, las fotos se las debo, porque cuando le pedimos que nos los muestre alterna entre cerrar la boca o sacar la lengua para esconderlos. Ya los veremos cuando se ría, una vez que estén bien asomados.

¿Cómo vivieron la dentición de sus hijos? ¿Es un camino de ida, como me dijeron varios? ¿Van aumentando las molestias, a medida que avanza la aparición de dientes? Son bienvenidos los consejos y comentarios...

"La princesa malgeniuda" o A dormir la siesta


Había una vez una princesa, muy buena y muy hermosa que se llamaba María Candelaria. Esta pequeña princesa vivía con mamá y su papá y crecía rodeada del cariño de sus abuelos y tíos de sangre y del corazón.

Su mayor placer era jugar a descubrir el mundo junto con ellos: un papel, una botella de plástico, un perro salchicha y un control remoto eran sus juguetes favoritos.

Aunque también tenía otros: peluches, pelotas, muñecas y torres de barriles. Todo era diversión hasta que venía de visita un personaje al que ella consideraba el malvado del cuento: el Implacable Sueño.

Por supuesto, este visitante llegaba sin aviso y en los momentos más inoportunos, transformando a la dulce princesita en una pequeña tirana que alteraba el ritmo del reino con su berrinche. Y sus papis trataban por todos los medios de consolarla y explicarle que el Sueño no era un archi villano, sino un amigo, que venía a ayudarla a seguir creciendo linda y fuerte, pero nada daba resultado, y ella seguía su batalla, ajena a los consejos y los consuelos.

Finalmente, después de largos minutos (a veces horas) de pelea, caía derrotada en los brazos de Implacable Sueño, para despertar, finalizada la siesta, con fuerzas renovadas para volver a jugar y a aprender.

Por supuesto, ella, pequeña princesa de seis meses, no entiende que los nuevos poderes que tiene cada vez que se despierta se los da Sueño y sigue empecinada en su solitaria lucha. ¿Lo entenderá algún día? ¿Podrán sus papis convencerla?

¿Cómo les va a ustedes con este tema? ¿Les cuesta que sus chicos duerman la siesta? ¿Viven batallas similares?