Mi mundo


El balcón se convirtió en nuestra conexión con el afuera en estos días de cuidarnos en casa. La ciudad silenciosa como nunca, a pesar de vivir en pleno centro, sólo quebrado cada tanto por el paso de un colectivo, en su recorrido inexorable. 

Sentada en mi rincón, tomo mate. Al lado Vicky juega a los bolos, espera a la hermana y charla. Como Cande tarda en venir, le sigo la charla, para entretenerla. Contesto sus preguntas, le calmo los miedos, la dejo imaginar.

¿Con qué llenarías tu mundo? Recuerdo al cuento que amorosas maestras le mandaron para que escuche y no pierda el contacto con ellas y con las vivencias del jardín... Se para firme, me mira, respira y arranca:

"Con una playa que pueda entrar en el balcón, con un mar que podamos poner al lado de la playa, acá entre la reja y el motor del aire acondicionado. Con una carpa para vivir en la playa. Con una linterna que nos sirva para contar cuentos de noche, pero que no sean de miedo. Con estrellas que nos iluminen cuando no haya más sol. Con un juego de bolos gigantes, para jugar en la playa con Cande. Con un oso de peluche por si nos da sueño después de los cuentos. 

Con una muñeca de pelo azul, con una trenza larga y vestido, para jugar en la carpa de la playa. Con un muñeco de pelo azul y pantalones, gemelo de la muñeca. Pero el muñeco es pelado, sabemos que tiene pelo azul por las cejas, porque en la cabeza no tiene nada, porque en una travesura se lo afeitó. 

Con un mate que no se vuelque (cuando volcamos el mate). 

Con una cama para que todos entremos en la carpa para dormir. Con un colchón gigante, que no se llene de arena. 

Con una ventana afuera que se abra para adentro. 

Y nada más ese sería mi mundo."

Hermoso mundo el que imaginaste. Te imaginás el mar en casa, una playa en el balcón con arena que no ensucie. Juguetes y historias. No dejes nunca de imaginar.

En casa


En casa nos cuidamos. En casa cuidamos a los otros. En casa esperamos. En casa aprendemos. En casa jugamos. En casa trabajamos. En casa cocinamos. En casa comemos. En casa.

Aprendí a trabajar en casa hace 10 años. Me permitía generar ingresos, mantenerme ocupada y estar con Cande. Poquito al principio y cada vez más, a medida que Cande ganaba en autonomía. Cuando Cande empezó la escuela, armamos los horarios en función de su ingreso y su salida. Cuando se sumó Vicky se acomodó a esos horarios, con los ajustes del caso. 

Desde el año pasado, con las dos en la escuela grande, aprendimos entre las tres las rutinas que nos funcionaban. Desayuno tranquilas, vestidas mitad de abajo para escuela, mitad de arriba de entrecasa. Juego libre hasta las 11.45hs, nos preparamos para comer y juntamos todo para llegar a horario. Hasta esa hora mamá trabaja. Después de esa hora no atiende ni teléfono ni timbre y no estamos para nadie hasta después de las 13.15hs. Y el mismo silencio de radio operaba de 16.20hs a 18hs, hasta volver las tres a instalarnos en casa.

Sabemos estar juntas, nos gusta estar en casa, puedo trabajar con ellas al lado, ellas saben que mamá trabaja a su lado para estar juntas y fuimos aceitando nuestra rutina durante los últimos 10 años. Tenemos una ventaja. Pero eso se puede aprender con las urgencias del caso. Adaptarse.

Aprender a hacer escuela en casa, gracias a las genias de las maestras de Vicky y Cande. Aprender a dar clases desde la virtualidad de mi notebook y mi escritorio. Aprender a usar todas las herramientas de conexión que teníamos desde antes al alcance de la mano. Aprender a hablar de nuestros miedos, a escucharnos, a calmar nuestras angustias, a acompañarnos.

Esto también va a pasar. No sé si en 15 días o en un mes o en dos. Vamos a volver a la escuela, vamos a volver a dar clases presenciales, vamos a volver a reunirnos, vamos a volver a la oficina. Vamos a volver enriquecidos con el aprendizaje de que se puede hacer de otra forma. 

Mientras tanto, nos quedamos en casa. Porque en casa nos cuidamos. En casa cuidamos a los otros. En casa esperamos. En casa aprendemos. En casa jugamos. En casa trabajamos. En casa cocinamos. En casa comemos. En casa.




Arrancando sala de 5.

"Empezás la escuela grande",
me dijeron un día.
y aparecieron los miedos,
con caras amenazantes.

¿La seño nos querrá tanto?
¿Seremos buenos amigos?
¿Mamá esperará en la puerta?
¿Querrán jugar conmigo?

Dani nos abre la puerta, siempre sonrisa radiante.
Carla espera en el salon, con abrazos incesantes
Nati en sala misteriosa y sus ideas flamantes.
Gaby y Lili en dirección, atentas y expectantes.

Rondas, canciones y cuentos.
Compañeros, ahora amigos.
Good afternoon y bonjour.
Juegos que sirven de abrigo.

Volves a la escuela grande,
me dijeron este día.
Ya sé quien me está esperando.
El miedo ya no es gigante.

Allá voy sala de 5, te esperamos impacientes.
Quiero llenar mi cuaderno de emociones que se sienten.
Quiero bailar una ronda que nos sirva como puente.
Quiero jugar con mi seño, que me abrazará sonriente.