Reflexiones de una embarazada en una expo


Por diferentes circunstancias de la vida (reposo obligado, cambio de trabajo de mi esposo, mudanza de ciudad, emprendimiento bloguero con mis amigas), empecé a escribir reflexiones sobre lo que me vivía mientras transcurría mi embarazo. Y comparto estas reflexiones con ustedes, en este nuevo espacio, más las que irán surgiendo mientras mi hija crece. Empecemos con los preparativos para su llegada:

Faltando dos meses para su nacimiento, no pudimos postergar más las decisiones relacionadas con sus necesidades materiales en este mundo. Y la experiencia de preparar su ajuar merece ser compartida.

Por recomendación de una amiga, también embarazada, pero de su segundo hijo, decidí convencer a mi esposo, Ariel, para visitar la Expo AhoraMamá, en la búsqueda del ajuar de María Candelaria. Temiendo los amontonamientos de gente, previsibles los fines de semana en esos lugares, decidimos ir el viernes pasado, temprano, a pesar de las inclemencias climáticas.
Los dos somos organizados y nos gusta planificar las cosas, así que entramos al predio con una lista de lo que pensábamos buscar y ver y los precios estimados de lo mismo afuera de la muestra, para no sobrecargarnos de paquetes.

Llegamos tranquilos y pudimos hacer la primera recorrida, evaluando opciones y viendo que ofrecían en cada stand. Compramos los pañales, tamaño recién nacido, en promoción, casi a la mitad de lo que estaban en el supermercado y continuamos con los otros ítems de la lista, cuando, repentinamente, el lugar se llenó de cientos de mujeres enardecidas, armadas con cochecitos y/o panzas, corriendo desesperadas en pos de promociones, cupones de sorteos y folletos.

Sacudidos por las hordas femeninas (más temibles que las guerreras amazonas) terminamos de comprar los elementos del kit higiene y elegimos el chupete. Tratamos de acercarnos al último stand de nuestro planeado recorrido, zarandeados y arrastrados por las huestes de mujeres desesperadas, sin conseguir que ningún vendedor nos atendiera. Estaban todos muy ocupados estacionando cochecitos y hablando entre ellos o atendiendo a locas chillonas. Así que agotados, huimos despavoridos.

En el camino de vuelta a casa, Ariel me dijo, como conclusión del paseo que las mujeres embarazadas son malas cuando están todas juntas. Poco instinto maternal y mucho consumismo flotaban en el ambiente: colas de media cuadra para hacerse ecografías 4D gratis (puro comercio, ya que no se usa para diagnóstico ni control de nada, sino para tener una foto o un video), madres peleando por entrar en un stand donde podías escuchar el corazón de tu bebé (lo hacés sin hacer cola en cada consulta al obstetra, con tu esposo y en la intimidad del consultorio), luchas por cupones de sorteos, que tienen como único fin tomar tus datos para venderlos o usarlos en promociones, locutoras gritonas anunciando el stand del próximo sorteos, provocando estampidas de panzonas y cochecitos con bebés aterrorizados.

Si la preparación de la llegada de un hijo se vive así, definitivamente no estoy en esa onda. ¿Ustedes qué opinan? ¿Vivieron experiencias similares?

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